La pregunta detrás de su pregunta es ¿por qué confiaría en alguien que se niega a poner su nombre en el periódico?
- La fuente podría estar sujeta a despido (o, en regímenes autoritarios, prisión o muerte). Él y su familia sufrirían graves daños financieros o corporales.
- Sin embargo, tiene evidencia documental u otra evidencia de primera mano de irregularidades que ha llevado a un peligro para la vida, las extremidades o algún otro impacto social significativo.
- Sus antecedentes (capacitación, carrera, respeto por sus compañeros) sugieren que es confiable.
- Su identidad completa (nombre, dirección, identificación, teléfono celular y los datos de la contraparte de su familia o amigos cercanos) ha sido revelada a un editor o al abogado del periódico para que no pueda ser acusado de inventar todo.
- Hacer que las figuras públicas, los gobiernos y las corporaciones se vean “bien” es para abogados defensores y personas de relaciones públicas, no para periodistas. Si te preocupa eso, no eres un reportero, eres un sicofante.
- No creo que a Sean Spicer ni a sus semejantes se les deba conceder el anonimato, pero eso es inevitable a los fines de la fecha límite. Cuando Henry Kissinger insistió en el anonimato, The Times usó la siguiente frase: “Un alto funcionario del Departamento de Estado que viajaba en el avión del Secretario Henry Kissinger”.