Para establecer el contexto, citaré el mejor documento del año: el resumen de Journalism Essentials del American Press Institute (énfasis mío):
Cuando el concepto de objetividad evolucionó originalmente, no implicaba que los periodistas estuvieran libres de prejuicios. Pidió, más bien, un método consistente para probar la información, un enfoque transparente de la evidencia, precisamente para que los prejuicios personales y culturales no socavaran la precisión del trabajo. El método es objetivo, no el periodista.
Buscar múltiples testigos, revelar tanto como sea posible sobre las fuentes, o pedir comentarios a varios lados, todos señalan tales estándares. Esta disciplina de verificación es lo que separa el periodismo de otras formas de comunicación como propaganda, publicidad, ficción o entretenimiento.
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En un nivel, significa no ser seducido por las fuentes, intimidado por el poder o comprometido por el interés propio. En un nivel más profundo, habla de una independencia de espíritu y una mentalidad abierta y curiosidad intelectual que ayuda al periodista a ver más allá de su propia clase o estatus económico, raza, etnia, religión, género o ego.
La lista de ingredientes está ahí: coraje, curiosidad, discernimiento, transparencia y empatía. Cuando estas cualidades se cruzan, tienes un periodismo que vale la pena considerar. Cualquier verificador de hechos que valga la pena modelará estas cualidades y llamará la atención sobre su ausencia.