En ningún orden particular:
- Reporteros que no prueban sus propios borradores. Muestra una falta de orgullo en su propio trabajo y la dependencia de los editores para limpiarse el culo.
- No familiaridad con la guía de estilo. Prueba que los periodistas no leen el periódico para el que trabajan o no se preocupan lo suficiente como para saber su voz.
- Tardanza. Los plazos están ahí por una razón y cuando no se cumplen, dificulta el trabajo de todos.
- Censura. Pocas pruebas son más agotadoras que tratar de convencer a un perro guardián del partido demasiado sensible para que no mate una historia o vastas franjas de ella momentos antes de ir a la prensa.
- Comenzando historias con citas. A menos que el papa pronuncie un improperio, probablemente no funcionará, y ahora tengo que escribirle un lede.
- Otro personal se entromete con una historia final editada sin consultar al editor. Los cambios se hacen por una razón.
- Clichés. Guárdalos para cuentos de hadas.
- Historias alegres con titulares que no son aptos para juegos de palabras.
- No hay suficiente café.