Respuesta corta: los países que pasan por la hiperinflación terminarán teniendo que cambiar de moneda con demasiada frecuencia y a menudo a un gran costo.
Tomemos el ejemplo de Zimbabwe, el caso más reciente de hiperinflación.
Después de 26 años en circulación, en 2006, Zimbabwe cambió su moneda original, la ZWD, a ZWN a razón de 1,000 ZWD por cada ZWN.
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2 años más tarde crearon otra moneda nueva, el ZWR valorado en 10 mil millones de ZWN o 10 billones de ZWD.
6 meses después, crearon una nueva moneda (el cuarto dólar zimbabuense), con un valor de 1 billón de ZWR, o 10 ^ 25 del dólar zimbabuense original en uso hasta 2006.
Suponiendo una tasa constante de inflación, durante la peor parte de la hiperinflación, habrían tenido que crear una nueva moneda, imprimir nuevas notas, cambiar los sistemas informáticos cada 1,5 meses, solo para mantener los números razonables, cambiando la moneda cada vez que bajaba a una milésima de su valor original. Esto es costoso, especialmente para un país que estaba imprimiendo dinero para realizar pagos nacionales y tenía dificultades para encontrar divisas para realizar pagos externos.