Uno no puede resolver un problema que no existe.
Por supuesto, ese principio de sentido común no impide que algunas personas lo intenten de todos modos, pero …
Los académicos no adoctrinan, y en la medida en que los medios siguen a la academia tampoco lo hacen. Los académicos presentan argumentos razonados e invitan a todos (conservadores o progresistas) a presentar otros argumentos razonados. La idea es que suceda una de dos cosas:
- ¿Cuál es el papel apropiado de los medios en el socorro en casos de desastre?
- ¿Cuáles son los efectos positivos de los medios de comunicación en la cultura filipina?
- ¿Pueden los medios convencionales destruir a Donald Trump?
- ¿Hay encuestas de opinión sobre las fuentes de los medios de comunicación?
- ¿Se debería culpar a las películas y los medios populares por los tiroteos masivos que ocurren en los Estados Unidos?
- Otras personas verán la razón en estos argumentos y los aceptarán como válidos, o …
- Otras personas verán errores en estos argumentos y harán mejores argumentos para que todos (incluidos los académicos) puedan ver la razón.
De esta manera, el conocimiento avanza.
Desafortunadamente, hay un tercer resultado que es demasiado frecuente. Alguien rechazará un argumento porque no le gusta la conclusión, pero se niega a presentar un argumento razonado propio. Se niegan a seguir la lógica y vuelven a la mera terquedad como defensa. En otras palabras, hacen esto:
Y todo se rompe. Obviamente, las personas en ese modo creerán que toda forma de razón es equivalente al adoctrinamiento, porque los obliga a pensar donde no quieren pensar. Pero esa culpa recae completamente en ellos.